Gabino Diego, actor

Gabino Diego: "Si ahora una función no gusta a las mujeres ya puedes hacer las maletas"

  • El actor se encuentra de gira con 'La curva de la felicidad', un clásico de la comedia con el que llega este fin de semana a Granada

Gabino Diego llega este fin de semana al Teatro Isabel la Católica.

Gabino Diego llega este fin de semana al Teatro Isabel la Católica. / Archivo (Granada)

A sus 56 años Gabino Diego mantiene casi las intactas las facciones que lo convirtieron en uno de los rostros más populares del cine español cuando aún prácticamente un adolescente. Intérprete en cintas que son hitos en la historia de la cinematografía nacional como Las bicicletas son para el verano, El viaje a ninguna parte, Belle Époque, Los peores años o ¡Ay Carmela!, que le valió un premio Goya, pasará al imaginario colectivo como ese Felipe IV que despertaba al sexo en El rey pasmado. Ganador también del Fotogramas de Plata al mejor actor de teatro por Una noche con Gabino, este fin de semana llega al Teatro Isabel la Católica con La curva de la felicidad, un clásico contemporáneo de la escena española en el terreno de la comedia. 

-La curva de la felicidad tiene tal trayectoria en los escenarios que cuenta incluso con su correspondiente adaptación al cine.  ¿Cuál es su secreto?

-Es muy divertida. Se estrenó hace 17 años y por el personaje de Quino ya han pasado muchos actores como Pedro Reyes, Pablo Carbonel, El Monaguillo o Ángel Egido. Es una obra en la que la gente se lo pasa muy bien. Yo ya había acudido como espectador dos veces. Y conozco casos, como el de mi compañera María Jesús Valdés, que la ha visto hasta cuatro veces porque tiene algo mágico. Es muy especial. 

-El hombre en la crisis de los cuarenta es casi un personaje tipo la ficción contemporánea. ¿Da para muchos chistes?

-Según va pasando los años cada vez tenemos menos facultadas. Al hombre le sale la curva de la felicidad, va perdiendo pelo y muchas cosas que antes se podían hacer ahora no. Pero las personas que envejecemos ganamos en otros aspectos, como en sabiduría. En este caso se trata de hombres que piensan que todavía son jóvenes y se pueden comer el mundo. Cada uno tiene su personalidad distinta y ahí es donde reside la comedia. 

-Quino, el protagonista, es un guionista que ha dejado la mujer. Forzado por ella a vender el piso, intenta por todos los medios que no se lo compren pero al final termina firmando un compromiso de venta con Javier, Manuel y Fer. 

-Él piensa que lo ha dejado su mujer porque se estaba poniendo gordo, le ha salido papada y es de familia de calvos, pero no es por eso. No quiere vender la casa porque sigue muy enamorado de su mujer. En realidad es muy bonito. 

-Esa convivencia entre cuatro hombres era muy común en la ficción al estilo de cintas Tres solteros y un biberón. El contexto social ha cambiado mucho. ¿Ha tenido que modificarse algún chiste de la obra?

-No se ha modificado nada porque es un humor blanco que juega con muchos estilos de comedia, desde el clown hasta la farsa. Se trata de un montaje muy divertido para todos los gustos y todos los sexos. Es más, si ahora una función que no guste a las mujeres ya puedes hacer las maletas porque son las que más van al teatro, creo que les gusta más que les cuenten historias y emocionarse con ellas. 

"La pandemia fue un momento de tanta incertidumbre que quería hacer una obra en la que la gente se lo pasara bien"

-¿Qué diferencia hay entre estos cuatro personajes?

-Lo curioso es que todos tienen personalidades muy distintas. Quino es un personaje ingenuo, paranoico, tiene un aire a Woody Allen. Luego está su psicólogo, que termina viviendo en la casa. Un transportista y el cuarto es un amigo de Quino. 

-El personaje ingenuo ha sido una constante también en su carrera en el cine. 

-Algunos han sido ingenuos pero en general el punto que tienen en común es que son personajes que sufren. Son un poco clown porque su éxito está en su fracaso. He interpretado todo tipo de papeles de perdedores, divertidos, que no conseguían su objetivo. El típico chico que quería estar con una chica, hacía todo lo posible y al final no lo conseguía. Aunque también he hecho galanes, como en el El amor perjudica seriamente la salud, una película en la que estaba enamorado de Penélope Cruz y ella de mí. 

-Desde 2015 está más centrado en el teatro. ¿Echa de menos el cine o la televisión?

-A mí lo que me gusta es actuar. Soy feliz actuando cada noche en el teatro. No hay cosa más maravillosa que tener una función que divierta mucho a la gente. Y además aquí tengo compañeros maravillosos. No tengo derecho a quejarme porque soy feliz haciendo lo que hago y puedo tener unos personajes que no me darían en pantalla, pero sí me gustaría volver. Tengo algún proyecto cinematográfico pero aún no se puede decir nada. 

-La de actor, en general, es una profesión muy inestable. ¿Se puede sumar eso a la crisis de los 40?

-A mí me gusta mucho viajar y actuar de un lado para otro. Es inestable porque hay rachas. Por ejemplo con la pandemia lo hemos pasado mal. Fue un momento de tanta incertidumbre que después quería hacer una obra en la que la gente se lo pasara bien. En general no tienes el trabajo seguro pero eso también pasa con otras profesiones. Creo que ahora la gente más joven puede tenerlo más complicado que cuando yo empecé, pero también otras facetas artísticas, como la música.

-¿Alguna propuesta futura que se pueda hacer pública?

-Con La curva de la felicidad seguiremos hasta 2023 porque ya tenemos bolos cerrados. Después de Granada iremos a Sevilla. También preparo cosas mías que quiero hacer más adelante como el de Una noche con Gabino. Pero más adelante, ahora estamos disfrutando y esta función para mí cumple con todos los objetivos.  

-Ha participado en algunas de las obras más míticas del cine español y algunas de las más taquilleras, como Torrrente, pero pocas tienen la comunidad de fan detrás como Amanece que no es poco. Se ha convertido en algo así como El señor de los anillos español, con reuniones de seguidores por sus aniversarios.  En su momento, ¿tenía consciencia de estar rodando una obra de culto?

-Sí, he ido a alguna (risas). Son películas, como ocurre también con ¡Ay, Carmela!, que según va pasando el tiempo van cogiendo más poso. A mí siempre me había gustado mucho el teatro del absurdo, Ionesco, Fernando Arrabal, Jardiel Poncela... y cuando lo rodábamos yo sabía que era muy bueno aunque nunca estás seguro si va a gustar. Tuve la suerte de trabajar con Cuerda, con quien rodé otras dos películas más. Hay gente que hace disparates y se cree que son muy buenos, pero detrás tienen que tener mucha inteligencia. Y eso es lo que posee Amanece que no es poco: los diálogos son geniales y tiene detrás toda la cultura de Cuerda. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios